La reacción más común de un perro ante un robot que no ha visto nunca antes es la de ladrarle con recelo, sobre todo si empieza a moverse de repente y su aspecto es amenazante. Pero una vez asume que no es peligroso, entran en juego esas otras cuestiones que planteábamos al inicio del artículo.
Algunos de los perros del grupo observaron primeramente una interacción "social" entre dos personas (una persona del equipo de investigación y el dueño del perro) y luego observaron una interacción "asocial" entre su dueño y el robot. El resto de los perros del grupo asistieron a estas interacciones en orden contrario.
Estas interacciones fueron seguidas por sesiones en las que el miembro del equipo de investigación o el robot señalaban a cada uno de los perros de ambos grupos la ubicación de comida escondida.
Estas interacciones fueron seguidas por sesiones en las que el miembro del equipo de investigación o el robot señalaban a cada uno de los perros de ambos grupos la ubicación de comida escondida.
Este robot estaba programado para comportarse de dos maneras: En una de ellas, mostraba conductas socialmente ricas, parecidas a las humanas, incluyendo acciones como llamar a un perro por su nombre. En la otra forma de conducta, el robot se comportaba de modo "asocial", o sea más parecido a cómo actúa una máquina cualquiera.
El nivel de sociabilidad mostrado por el robot no fue suficiente para generar en los perros el mismo conjunto de reacciones de conducta social que ellos normalmente exhiben ante los humanos con quienes mantienen una estrecha relación. Sin embargo, los investigadores registraron interacciones sociales positivas claras entre los animales y el robot. Por ejemplo, los perros pasaban más tiempo cerca de PeopleBot o mirando a su cabeza cuando éste se comportaba de manera social.
En definitiva, los perros reaccionaban socialmente ante un robot que se comportaba de manera sociable con ellos, incluso a pesar de su aspecto físico muy poco humano.
El nivel de sociabilidad mostrado por el robot no fue suficiente para generar en los perros el mismo conjunto de reacciones de conducta social que ellos normalmente exhiben ante los humanos con quienes mantienen una estrecha relación. Sin embargo, los investigadores registraron interacciones sociales positivas claras entre los animales y el robot. Por ejemplo, los perros pasaban más tiempo cerca de PeopleBot o mirando a su cabeza cuando éste se comportaba de manera social.
En definitiva, los perros reaccionaban socialmente ante un robot que se comportaba de manera sociable con ellos, incluso a pesar de su aspecto físico muy poco humano.
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