Aunque el primer cráneo del Paranthropus boisei fue descubierto por la antropóloga Mary Leakey en 1959 en el norte de Tanzania, y a raíz de él se supo que este ancestro del Ser Humano tenía grandes mandíbulas, el resto de su constitución física continuó siendo desconocido hasta hace poco.
El equipo del antropólogo Charles Musiba, de la Universidad de Colorado en Denver, Estados Unidos, ha analizado un esqueleto parcial (incluyendo fragmentos de brazo, mano, pierna y pie) que data de hace alrededor de 1,34 millones de años y que fue descubierto en el yacimiento paleontológico de la Garganta de Olduvai, un sitio declarado Patrimonio de la Humanidad, y ubicado en Tanzania. El fósil hallado representa uno de los ejemplos más recientes del P. boisei antes de que se extinguiera en el este de África.
Al disponer de más huesos del cuerpo para examinar, ha sido ahora posible hacerse una idea más precisa de cómo era este homínido. Y lo que se ha descubierto ha sido inesperado.
Todo apunta ahora a que esta criatura, a la que se le estima una estatura de entre 3,5 y 4,5 pies (entre 1,1 y 1,4 metros aproximadamente), era de constitución física bastante más fuerte de lo que se ha venido creyendo. Su cuerpo era musculoso, y de cintura hacia arriba tenía bastantes similitudes con un gorila. Parece que tenía músculos muy robustos en el antebrazo que le facilitaban trepar a los árboles, manipular objetos con cierta facilidad, y hacer muchas más cosas. Combinaba además su actividad arborícola con la locomoción bípeda terrestre, y en definitiva tenía una mejor capacidad de adaptación al entorno que lo previamente asumido.
El P. boisei, una especie que apareció en el este de África hace unos 2,3 millones de años, era omnívoro, aunque prefería los alimentos vegetales.
En ausencia de otros restos óseos, comúnmente se asumía que el esqueleto del P. boisei era como el de las especies más antiguas del género Australopithecus, a partir de las que probablemente evolucionó el P. boisei.
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