Se ha verificado que la actividad volcánica a lo largo del borde occidental del Anillo de Fuego del Pacífico, donde la corteza oceánica está hundiéndose lentamente debajo de los continentes, dio lugar a una pequeña isla a finales de noviembre de 2013. Situada en el archipiélago de las Islas Ogasawara, el nuevo islote está a unos 1.000 kilómetros (600 millas) al sur de Tokio, en aguas consideradas como parte del territorio japonés.
El satélite EO-1 de la NASA observó desde el espacio la nueva isla el 8 de diciembre de 2013. El agua alrededor de la nueva isla aparece con su color natural distorsionado por la presencia en ella de gases y minerales volcánicos, así como sedimentos del fondo marino levantados como consecuencia de la erupción volcánica en la que se ha creado esta isla. También se apreciaron tenues bocanadas de humo blancuzco, alzándose sobre los sectores centro y sudoeste de la nueva isla, con toda probabilidad masas de vapor y otros gases volcánicos asociados con la erupción.
La nueva isla se forjó brotando del mar durante una erupción volcánica de la que se tuvo la primera noticia el 20 de noviembre de 2013.
La nueva isla se encuentra a unos 500 metros de Nishino-shima, otra isla volcánica que experimentó una erupción por última vez en 1973-74, registrando también entonces un crecimiento de su territorio. Las dos islas están situadas aproximadamente a 27 grados de latitud Norte y 140 de longitud Este, a unos 130 kilómetros (80 millas) de la isla habitada más cercana.
Al principio, se asumió que esta nueva isla tendría una existencia efímera, como la de algunas nuevas islas formadas recientemente, frente a la costa de Pakistán y en el Mar Rojo, las cuales de manera natural no tardan en quedar hundidas por debajo del nivel del mar cuando la erosión ejercida por las olas acaba arrancando buena parte del material suelto que constituye el terreno que asoma fuera del agua, y que está integrado por barro, fragmentos de roca volcánica y sedimentos. Al hundimiento también pueden contribuir el propio peso del nuevo terreno, demasiado inestable y sujeto a la acción de la fuerza de la gravedad, así como los efectos de la contracción derivada del enfriamiento de la materia pétrea del terreno.
Sin embargo, a juzgar por los últimos datos, parece que la nueva isla es lo bastante grande como para sobrevivir durante al menos varios años, si no de forma permanente. A principios de diciembre, ya había crecido hasta medir 56.000 metros cuadrados (13,8 acres), cerca de tres veces su tamaño inicial. Además, su superficie está a entre 20 y 25 metros sobre el nivel del mar, lo que también ayudará a la conservación de la isla.
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