sábado, 25 de enero de 2014

Descubren una señal bacteriana que incita a animales a adherirse al casco de barcos

El biofouling o bioincrustación es un problema común en todos los océanos. Consiste en la acumulación, en la parte sumergida del casco de un barco, de organismos que se adhieren a él, tales como algas, mejillones, y percebes. Esta masa de "polizones" aumenta en el barco la resistencia al avance por el agua, y, en consecuencia, el consumo de combustible. Esto implica costes económicos adicionales, y, lo que es aún peor, mayores daños medioambientales como consecuencia de las emisiones extra de dióxido de carbono (CO2).

En sólo unos meses, la parte sumergida del casco de un barco puede quedar completamente cubierta de organismos marinos. Se calcula que esto significa un aumento en el consumo de combustible de un 28 por ciento y aporta, en promedio, emisiones adicionales de CO2 calculadas en unos 250 millones de toneladas anuales. En cuanto al costo económico que el consumo extra de combustible tiene para la marina mercante, se calcula que supera los 200.000 millones de dólares anuales.

Ahora, unos especialistas del Laboratorio Marino de Kewalo, dependiente de la Universidad de Hawái en Manoa, junto con científicos del Instituto Médico Howard Hughes y el Instituto Tecnológico de California (Caltech) en Pasadena, de Estados Unidos todas estas entidades, han descubierto un activador biológico del biofouling.



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Los individuos de la especie animal investigada por el equipo de Michael Hadfield y Nicholas Shikuma comienzan su vida como larvas minúsculas que flotan en mar abierto. Pero antes de que las larvas de estos singulares animales, conocidos como gusanos de tubo o mercierellas, se asienten sobre una superficie y comiencen a crecer, necesitan una señal bacteriana para iniciar la metamorfosis.

La pregunta crucial es: ¿Cómo encuentran el lugar adecuado para aposentarse y hacer esa transformación? En el lugar debe haber comida disponible y también otros miembros de la especie con quienes reproducirse. El éxito de las especies depende de que las larvas se establezcan exactamente en el lugar correcto.

El biofouling, en el caso de este animal, comienza cuando las larvas flotantes entran en contacto con una biopelícula formada por un microbio en superficies de acero, plástico, y vidrio en aguas tranquilas del océano.

En el nuevo estudio se ha logrado aislar las bases genéticas de esta nueva forma de interacción bacteria-animal.

Hadfield y sus colaboradores han estado estudiando la mercierella o gusano de tubo de la especie Hydroides elegans desde 1990. En su laboratorio, los investigadores cultivaron cepas de bacterias para identificar los genes específicos que están involucrados en el proceso que impulsa a las larvas de H. elegans a abandonar su forma de vida basada en nadar libremente por el mar y "convencerlas" para comenzar una nueva y sedentaria fase de su vida, adheridas a superficies duras.



http://noticiasdelaciencia.com/not/9376/descubren_una_senal_bacteriana_que_incita_a_animales_a_adherirse_al_casco_de_barcos/

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