Muchas de esas personas se han adaptado a su entorno, pero otras padecen de modo crónico Mal de las Alturas, caracterizado por ataques cardíacos, derrames cerebrales y problemas pulmonares a temprana edad. Para identificar y caracterizar los genes que participan en la adaptación a entornos de gran altitud y poco oxígeno, el equipo del Dr. Gabriel Haddad, de la Universidad de California en San Diego, Estados Unidos, secuenció el genoma completo de 20 individuos que viven en los Andes. Diez de ellos sufren de Mal de Montaña crónico, y diez no. Los investigadores descubrieron 11 regiones genéticas con diferencias significativas entre los dos grupos de personas.
Comprobaron que en estas regiones genéticas, dos genes (SENP1 y ANP32D) se expresaban en mayor medida en las diez personas con mal de la montaña crónico, en comparación con las que no sufren la enfermedad

El equipo también demostró que reduciendo la expresión de estos dos genes se conseguía mejorar la supervivencia en condiciones de bajo nivel de oxígeno, tanto en células humanas como en las de moscas. Numerosas aplicaciones clínicas podrían obtenerse de estos resultados.
Profundizando lo suficiente en esta línea de investigación, los dos genes identificados y validados podrían convertirse en potenciales objetivos farmacológicos para tratar el mal de montaña crónico y otras dolencias relacionadas con déficits de oxígeno. En la investigación también han trabajado especialistas del Laboratorio de Fisiología de Adaptación a la Altura de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, el Centro Médico de la Universidad Vanderbilt, en Nashville, Tennessee, Estados Unidos, y otras instituciones.
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