sábado, 8 de marzo de 2014

Sexo mortífero, cuando el apareamiento conduce a la muerte de manera inherente

La presencia de esperma del macho y fluido seminal hace que las hembras de cierto gusano se "marchiten" y mueran después de dar a luz a sus crías. Así se ha constatado en una investigación cuyos resultados se han hecho públicos recientemente. La muerte de la hembra que se apareó con un macho favorece a éste en el aspecto del predominio de su linaje ya que al morir tras dar a luz es eliminada del conjunto de posibles parejas para otros machos.

Los investigadores, de la Universidad de Princeton en Estados Unidos, comprobaron que el esperma masculino y el fluido seminal activan procesos que conducen a una deshidratación de la hembra, lo cual le provoca la muerte a una edad prematura. Así, su expectativa de vida se reduce entre un tercio y la mitad.

El recorte drástico de la expectativa de vida de las hembras después del apareamiento ya había sido observado en otros gusanos, pero el nuevo estudio, llevado a cabo por el equipo de Coleen Murphy y Cheng Shi, es el primero en documentar la contracción del cuerpo e identificar las vías biológicas que la provocan.

El hecho de que el sexo esencialmente mata a las madres después de dar a luz a la descendencia del macho nunca era desconocido para la ciencia hasta ahora, y resulta siniestro para la mayoría de las personas que escuchan la historia por primera vez, incluso para los investigadores que estudiaron estos gusanos y se percataron de lo que ocurría, tal como reconoce Murphy.


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En el transcurso de 7 días, las hembras que se han apareado -fila inferior- se marchitan y mueren, mientras que las hembras que no se han apareado -fila superior- se mantienen sanas.

El equipo encontró que las vías biológicas a través de las cuales el macho mata a la hembra son las que los investigadores piensan que existen para retrasar el envejecimiento durante épocas de escasos nutrientes. Los machos toman el control de estos mecanismos y los hacen funcionar al revés, causando una vejez acelerada y la muerte.

Los investigadores descubrieron el lúgubre efecto en los gusanos Caenorhabditis elegans, que suelen vivir en suelos y en fruta en proceso de descomposición. Estos gusanos, que tienen una longitud de aproximadamente un milímetro, son comúnmente usados por los científicos en diversas investigaciones biomédicas porque muchas de sus vías genéticas son similares a las de los humanos.


Cabe plantearse, tal como apunta Murphy, la posibilidad un tanto inquietante de que si estas vías pueden ser "hackeadas" y controladas para que funcionen a la inversa en un organismo simple, quizá se podría hacer lo mismo en organismos más complejos.

Normalmente las hembras de la especie C. elegans no tienen necesidad de buscar un macho porque, de hecho, son hermafroditas, es decir que sus cuerpos contienen tanto esperma como óvulos, por lo que pueden reproducirse sin necesidad de contacto con un macho. Las hermafroditas evitan a los machos, como se aprecia claramente viéndolas alejarse a toda velocidad de ellos. Los machos, por su parte, deben cazarlas para lograr aparearse.

Los machos, a diferencia de las hermafroditas, las necesitan para transmitir sus genes a las futuras generaciones. Una vez inseminadas, las hembras pueden dar a luz a cientos de descendientes que no requieren cuidado materno después de nacer.



http://noticiasdelaciencia.com/not/9746/sexo_mortifero__cuando_el_apareamiento_conduce_a_la_muerte_de_manera_inherente/

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